*
Ela sente a cidade
como uma experiência mística.
As ruas e as praças
se transformam em mundos de beleza,
para cavalgar sob a chuva
que inunda a sua ilusão com sonhos nítidos.
Seu cabelo ondula sob o céu
e sorri
aos edifícios da urbe.
Adora sentir a liberdade
em calçadas com gatos.
Contempla as estátuas com geada
e sabe
que no seu interior
habitam corações que sentem em segredo.
E segue caminhando
pela cidade anónima,
em gotas das nuvens…
Adora os sons que provêm
dos mostruários das lojas.
Autocarros repletos
com rostos que comungam com desenhos
de utopias adormecidas.
Divisa manequins com suas vestes
que nunca comprará,
apesar de que isso lhe é indiferente.
Explora o sol nascente em ruas e jardins,
pela cidade deserta.
Sabe que cada dia
é uma aventura
sem limites nem marcas sob a vertigem.
Abre-se às correntes submarinas
que habitam nas pedras das casas
ou nas madeiras dos bancos…
Flui como se fosse já invisível
em microscópicas partículas
que os telhados enigmáticos
conservam sem palavras.
Contagia,
através do seu olhar imperceptível,
a esperança de outro mundo,
para sonhar despida, sem as máscaras,
com relações sem disfarces.
Abandona suas pisadas em grandes avenidas
e contempla os carros,
o tráfego, a música
desta cidade que avança para o nada.
De súbito
observa que há grupos de pessoas
que parecem felizes e contentes.
Pode ser uma miragem
ou talvez seja verdade…
E assume como um pêndulo
a existência de neve,
na perplexidade de abarca o todo
na consciência primitiva
de um universo etéreo e conhecido.
Ela
desce pelas ladeiras
da memória atávica, tão doce,
e deixa com o musgo
e nas ramas das árvores
com suas luzes azuis
as lembranças das tardes na magia.
Eleva-se aos cumes
de lugares que ainda não se definem
na cartografia das suas noites.
E prossegue seu rumo até os vértices
das esferas suaves do azar…
Ana Muela Sopeña
Tradução ao português: Tania Alegria
*****
Y SONRÍE
Ella siente la ciudad
como una experiencia mística.
Las calles y las plazas
se transforman en mundos de belleza,
para cabalgar bajo la lluvia
que inunda su ilusión con sueños nítidos.
Su cabello ondea bajo el cielo
y sonríe
a los edificios de la urbe.
Adora sentir la libertad
en aceras con gatos.
Contempla las estatuas con escarcha
y sabe
que en su interior
habitan corazones que sienten en secreto.
Y sigue caminando
por la ciudad anónima,
en gotas de las nubes...
Adora los sonidos que provienen
de los escaparates de las tiendas.
Autobuses repletos
con rostros que comulgan con dibujos
de utopías dormidas.
Divisa maniquíes con sus prendas
que nunca comprará,
aunque eso le da igual.
Explora el sol naciente en calles y jardines,
por la ciudad desierta.
Sabe que cada día
es una aventura
sin límites ni marcas bajo el vértigo.
Se abre a las corrientes submarinas
que habitan en las piedras de las casas
o en las maderas de los bancos...
Fluye como si fuera ya invisible
en microscópicas partículas
que los tejados enigmáticos
conservan sin palabras.
Contagia,
a través de su mirada imperceptible,
la esperanza de otro mundo,
para soñar desnuda, sin las máscaras,
con relaciones sin disfraces.
Abandona sus huellas en grandes avenidas
y contempla los coches,
el tráfico, la música
de esta ciudad que avanza hacia la nada.
De pronto,
observa cómo hay grupos de personas
que parecen felices y contentas.
Puede que sea un espejismo
o quizás sea cierto...
Y asume como un péndulo
la existencia de nieve,
en la perplejidad que abarca el todo
en la conciencia primitiva
de un universo etéreo y conocido.
Ella
desciende por las rampas
de la memoria atávica, tan dulce,
y deja con el musgo
y en ramas de los árboles
con sus luces azules
los recuerdos de tardes en la magia.
Asciende hacia las cumbres
de lugares que aún no se definen
en la cartografía de sus noches.
Y prosigue su rumbo hacia los vórtices
de las esferas suaves del azar...
Ana Muela Sopeña
2 comentários:
Es precioso lo que escribes.
¡Muchas gracias!
Comparto ese sentimiento de libertad al caminar por las calles de la vida.
Un abrazo.
Postar um comentário